Javier Franco TOPPER

13 de enero de 2015

Relatos de fotos aire-aire, sexta entrada: No hay arnés en el Hércules

Volviendo con los desfiles de la Independencia de Colombia, el 20 de julio de 2014 no fue la excepción a la norma de los últimos años y nuevamente el cielo bogotano se llenó con numerosas aeronaves militares. Atendiendo a una solicitud de la Fuerza Aérea Colombiana que requería algunas fotografías de esta actividad, me desplacé a la base aérea Germán Olano, más conocida como Palanquero, y donde se ubica el Comando Aéreo de Combate No. 1 CACOM 1, en Puerto Salgar, departamento de Cundinamarca. La que muchos llaman “la casa de los aviones de caza”.

Allí se adelantaría el ensayo general para el desfile aéreo del 20 de julio, por lo que fuimos en compañía del buen Daniel Cárdenas a la base. Llegamos el 17 a bordo del C-130H Hercules FAC1005 (c/n: 4965) que llevaba a bordo tres plantas externas de energía que servirían para la actividad en Palanquero. Luego de presentarnos al Comandante de la Unidad y al oficial en cabeza de la organización del desfile, tomamos algunas fotos, almorzamos y coordinamos un vuelo en un Bell 206B-3 de matrícula FAC4472 (c/n: 4595) comandado por un oficial de la Armada Nacional perteneciente a la Escuela de Helicópteros de la Fuerza Pública. El objetivo: tomas aéreas de los aviones estacionados. Luego del corto vuelo de media hora estuvimos compartiendo el tiempo con oficiales y suboficiales de la base mientras esperábamos la noche.

La mañana siguiente de madrugada, sin que hubiera salido el sol, nos alistamos para lo que se venía. Llegamos a la plataforma en medio de la oscuridad y vimos a las tripulaciones alistar sus aeronaves; cerca de nosotros: el C-130H y cuatro CASA C295M. La intención inicial era abordar el Hércules para tomar fotos desde la rampa abierta, sin embargo, cuando empezamos a coordinarlo, la tripulación nos manifestó que no tenían arnés para mí y que atrás de ellos no iría ningún avión, por lo que no creían que fuera conveniente usarlo como plataforma para fotos.

Alistamiento en las primeras horas del día
Rápidamente preguntamos y concluimos con la tripulación de uno de los C295M que la mejor idea sería abordar el avión líder de la escuadrilla “Titán”, compuesta por cuatro aviones de este tipo, ya que al menos este tendría una visual más interesante de aviones en vuelo, muy a pesar de que el resto de aeronaves que participarían en el ensayo prácticamente no se verían.

En cuestión de minutos estuve en el FAC1280 (c/n: 033), a bordo únicamente los cuatro tripulantes y yo. El sol empezó a salir por el horizonte y nos dispusimos a despegar cerca de las 6 de la mañana. Durante un buen tiempo estuve sentado solitariamente viendo a través de las ventanas e intentando tomar unas buenas fotografías de los C295M. A pesar de que el plexiglás no ayudaba mucho, sí era muy interesante estar volando en formación en aviones militares de transporte.

El FAC1280
Así estuvo la situación por cerca de 40 minutos. En ese momento el tripulante me llamó para avisarme que abriría la rampa. Aseguré todos los elementos, me equipé con el arnés que va asegurado al piso de la aeronave con un simple, pero resistente anillo, y me paré junto al tripulante mientras abría la puerta superior de la compuerta trasera.

Con el aire entrando, me explicó la manera para ubicarme: debía tirarme al piso, arrastrarme un poco, llegar al borde y sacar los codos por fuera del avión para sostener más cómodamente la cámara y tener el cuerpo completamente apoyado en el suelo. Fueron unos pocos segundos de emoción mientras me desplacé al borde de la plataforma, saqué los codos, me aseguré que no tuviera nada suelto, tomé firmemente la cámara y empecé a disparar.

De ahí en adelante fue una hora y media de vuelo acostado boca abajo en la compuerta de carga abierta, sosteniendo los casi 3 kilogramos y 30 centímetros de la cámara más lente. Fueron muchísimas tomas de los tres aviones que iban detrás del líder, probando distintas velocidades, aprovechando los giros de la formación donde cambiaba el ángulo de incidencia de la luz y cambiando una que otra vez de lente.

El ensayo del desfile consistió en varias pasadas por sobre la base para ajustar los tiempos, velocidades, alturas y ubicaciones internas dentro de las formaciones, con el fin de dar un espectáculo seguro y estético dos días después en Bogotá.

La formación "Titán"
Probando un lente
Probando otro lente

Durante los momentos en que la escuadrilla “Titán” estaba en espera de que las demás escuadrillas se agruparan y pasaran, ascendía y permanecía en patrones de espera, en donde la temperatura era bastante baja. Al turno de su pasada, los C295M empezaban a descender, con lo que la temperatura aumentaba, pero al mismo tiempo la turbulencia, incrementada además por la escuadrilla “Hércules” que volaba frente a nosotros. En los últimos segundos antes de la pasada era casi imposible tomar las fotos por el constante movimiento de los aviones, a lo que se sumaba el cansancio de ir recostado continuamente con los broches del arnés presionando el cuerpo.

Fueron varias las pasadas y pocos los momentos en los que vi alguna otra escuadrilla. Apenas a lo lejos y por unos segundos, alcancé a ver al Hércules en formación con los Super Tucano, luego a los Boeing 737 y 727 volando juntos, y por debajo de nosotros a los Bell 206 de la FAC y la escuadrilla de helicópteros de la Policía.
Al fondo la escuadrilla "Hércules"
Por debajo nuestro la escuadrilla de la Policía Nacional
En la última pasada, la turbulencia dejada por la escuadrilla “Hércules”, más el aire caliente, sacudió fuertemente a la escuadrilla “Titán”. Desde mi ubicación veía cómo los tres aviones, bastante cerca uno del otro, se mecían de arriba abajo y de lado a lado, manteniendo la estrecha formación con un buen esfuerzo. Nuestra nave hacía lo propio y en esos momentos lo único que podía hacer era sostener la cámara fuertemente y asirme de lo que pudiera con la otra mano. El temor no era a caer, porque sabía estaba asegurado con el arnés, sino ser levantado en el aire y caer fuertemente sobre el pecho, golpeándome con los broches, tal y como ocurrió en algún momento, junto con varios vaivenes laterales que nos llevaron al tripulante que estaba conmigo y a mí a ser sacudidos y arrastrados de lado a lado en el avión. Yo tenía una sonrisa constante.

Hacia las 9:00 de la mañana la escuadrilla se dividió y nos dispusimos a aterrizar. En la fase final de aproximación me ubiqué en mi asiento, pero podía ver detrás de nosotros, y a través de la compuerta todavía abierta, al segundo C295M aterrizando en formación, por lo que aproveché y, como pude, tomé algunas imágenes del momento en que sus ruedas tocaron tierra en un ángulo de visión poco usual: delante de la aeronave.


Una vez en tierra agradecí a la tripulación, les mostré las imágenes y nos desplazamos a refrescarnos, compartiendo una bebida fría e historias de otros vuelos todavía más impresionantes, que serían ideales para una y más entradas en este blog.

Luego del debriefing, almorzamos y nos preparamos para el regreso a casa, esta vez a bordo del C295M FAC1283 (c/n: 060).


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